Torres, Simón Septiembre 4 de 2004
¿Puedes darme un cigarrillo antes de comenzar? Gracias...
Aquél día estaba paseando con mi nueva novia, apenas nos estábamos conociendo bien, y sin poder negar lo mucho que me encantaba accedí a compartir mi hogar con ella, me considero alguien que se encariña bastante rápido, ahora lo veo como una desventaja. Sin embargo mi amor no tardó en consumirse en la desgracia, porque al dar unos pasos por ese maldito sendero nos encontramos con ella, resulta que era su amiga desde hace un tiempo, se saludaron como por media hora y se sentaron a hablar como si yo no estuviera presente. Luego de un rato, bastante extenso a mi parecer, mi novio se acercó para decirme que podríamos ir a comer todos juntos en un restaurante que quedaba cerca de aquél lugar, yo acepté pero con mis dudas, no veía con buenos ojos a esa chica.
Ya en el lugar pedimos una cena que estaba exquisita y me llamó la atención la manera en la que Emma disfrutaba de su comida, se lamía los dedos y no dejaba de mencionar lo deliciosa que estaba, como si estuviera excitada, volviéndose cada vez más incómodo. Mi novia no hacía más que reírse y mencionó cómo antes se burlaban de Emma por su fijación extraña a la comida, se notaba que Emma se molestaba con estos comentarios así decidí cambiar el tema hasta que terminó nuestra velada.
Antes de irnos observé como Emma y mi novia hablaban en un tono casi imperceptible, riéndose, sin saber de qué, claramente. Luego mi novia se acercó a preguntarme si quería hacer un trío con ellas, yo con mis dudas acepté, como hombre que soy. Entonces empecé a notar como me iba quedando adormecido y mi novia también mientras Emma solo sonreía, no entendía que sucedía ni como nos sacó de allí, pero me desperté en una cama, yo supongo que la suya, amarrado a ella con una venda para ojos puesta debajo de mi mentón. Me quedé así por unos minutos hasta que Emma entró y empezó a besarme y a decirme que todo estaría bien y que iba a disfrutar como nunca antes en mi vida. No sabía donde estaba mi novia y eso me preocupaba, pero antes de siquiera preguntar, Emma me vendó por completo y no me tocó ni por un segundo, estaba tan asustado, se me iba la respiración, solo escuchaba cosas horribles, gritos de desesperación, sin saber que estaba pasando.
En un momento Emma me quitó la venda y se sentó enfrente de mi, a lado tenía una mesa con lo que parecía ser otra cena, con una cubierta de metal, recuerdo sus frías palabras diciendo que al fin estábamos solos, mientras quitaba lentamente la cubierta. Al segundo sentí como toda mi cena previa se volcaba sobre mi. Lo primero que vi fueron los ojos de Sara, mi novia quien aun los tenía abiertos en su cabeza, que estaba sobre el plato. Emma solo trataba de besarme pero yo gritaba, no dejaba de hacerlo, hasta que ella misma se paró y me dijo que podía irme, pero que de esa decisión podría arrepentirme. Yo no entendía que pasaba y ella solo sonreía, quería matarla, pero mi palidez no me permitía ni siquiera pararme de la cama. Pasé por su lado imaginando lo peor, mientras ella gritaba "ahora no tengo hambre de ti", cómo si fuera una amenaza a futuro. Ahora solo espero el día en el que vuelva a por mí....
Simón fue hallado muerto el día siguiente de su confesión, Septiembre 5 de 2004
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