Reyes, Alfonso 30 de octubre 2007
No, gracias, no quiero nada de comer, aún no estoy listo....
Ha pasado un mes desde entonces, y aún así me es difícil masticar algo sin querer vomitar. Creo que ya no soy capaz de disfrutar absolutamente nada, todo el dinero y nada ya puede satisfacerme. Solo espero morir después de recordar....
-Señor limítese a narrar su historia por favor...
Fue en un bar, en un bar la conocí, ella me invitó a una copa, fue ella, me embriagó como nunca, no podía escapar de su belleza, era tan perfecta que solo podía imaginarme lo mejor. Hablamos sobre todo, sobre nuestros trabajos, sobre nuestros amores, era tan encantadora. Creo que me había comentado que era cocinera profesional, y yo, bueno, yo estaba desempleado en ese entonces, pero trabajé antes para el gobierno, tenía una pasta ya reservada.
Se hacía algo tarde así, que le pregunté si quería ir a mi hogar a seguir bebiendo, ya que tenía varias botellas en esta, ella acepto pero no sin que antes la invitara a bailar, me negué porque no soy muy bueno en ellos, así que ella se acercó y me dijo que cunando estuviera listo me vería en la pista. Pedí otra ronda mientras me percaté que estaba bailado con otro tipo. Siempre he sido algo efusivo, así me paré y trate de alejarlos, le lancé un puño con todas mis fuerzas y lo dejé en el piso, seguido me postraría encima de él a seguirlo golpeando. Emma preocupada me decía que lo dejara así, el bar tender me retuvo por un momento mientras yo me empezaba a sentir muy mal, como si estuviera a punto de desmallarme, lo último que recuerdo haber visto era a Emma sonreír.
Lastimosamente abrí los ojos, y estaba al frente, sentado, en lo que parecía ser una mesa de carpintería, donde, como en una pesadilla vi a un hombre atado, con una camiseta ocultando sus gritos. Empecé a escuchar los tacones acercándose. Emma me miró unos segundos para ver mi estado y me dijo "Creía que no despertarías, te tengo un regalo" señalando al hombre sobre la mesa, aquél era el mismo con el que me había peleado en el bar. Yo trataba de gritarle que estaba loca, con las pocas fuerzas que me quedaban para siquiera decir algo coherente. Emma volvió luego con un cuchillo y un arma, me entregó el cuchillo mientras me apuntaba y con una voz que salía del mismísimo infierno me obligó a asesinar al hombre, cortando la parte del cuerpo que quisiera. No podía respirar del dolor en el pecho ni podía parar de llorar, así que ella insistió con el arma y casi sin mirar empecé cortar el pie del hombre. Solo quería morir en ese instante, quería que acabara todo aquello. Emma se llevo el pie arriba, diciéndome que había escogido la peor parte para comer. Pálido y perplejo no supe a que se refería, vomité múltiples veces hasta que ella bajó, bajó con......no puedo ni decirlo, bajó con un plato adornado a la perfección, con la carne de la parte que recién....recién había cortado y yo...yo...intenté rogarle, rogarle que no quería comerlo, ella insistía en que si no lo hacía tendría que comerme el siguiente crudo y....no puedo seguir con esto....
-Señor por favor, le pedimos que continúe...
No puedo, no soy capaz --Mientras vomitaba--
Alfonso se suicidó días después y nunca se supo como escapó de aquél fatídico día
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