Araya, Tomas 22 de marzo de 2002


Espero que esto quede aquí, que no sea publicado en algún lugar. Yo conocí a Emma en una tarde lluviosa de Noviembre, no podía parar de observar la belleza que emanaba su cuerpo, silenciosamente me acerque a ella y con mis manos trate de tocar su rostro, como si la conociera desde hace tiempo. Recuerdo como me miraba, con esa picardía que sabía que la caracterizaba aún sin haberla visto nunca. Sin saber como funcionó, de repente estábamos en su hogar, yo, sentado en el comedor, con la sensación de haber dormido por horas y con la boca algo seca. De repente observo hacia la cocina y allí estaba ella, de espaldas, silbando una canción que creo haber recordado en el momento, pero solo podía pensar en lo desorientado que me encontraba. Me hacia falta un cigarrillo, estaba tan deshidratado, no podía controlar la ansiedad que corría por mi cuerpo, no es que fuera muy normal que la chica me llevara a su hogar, por lo general soy yo quien lo hago, además ni le dije una sola la palabra, solo me acerque y le acaricie el rostro, eso casi nunca funciona, pero que puedo decir, soy un romántico. Me detuve a pensar qué podría salir mal, así que le seguí su juego y le pregunté sobre lo que estaba preparando, soltando algún que otro piropo que no voy a mencionar aquí. No me miraba, solo continuaba silbando aquella canción que solo se volvía más horrible a cada segundo.

Después de una hora, me moría del hambre, no sabía que tanto demoraba ella en su cocina, me limitaba a gritarle, hasta que en un momento ella se detuvo, dejo de cortar lo que sea que estuviera cortando, que olía horrible por cierto, y se acercó a mí con un cuchillo lleno de sangre, lo puso cerca de mi rostro y recuerdo sus palabras cálidas en ese momento, "Es una sorpresa", luego, inesperadamente me besa mientras me unta la mejilla derecha con la sangre tibia postrada en el cuchillo. Se alejó, recogió los platos de la cocina y se sentó justo al frente mío y no dio un solo bocado, hasta que yo lo hubiera hecho, no puedo negar que el plato se veía delicioso, pero su sabor era algo fuera de lo normal. Al preguntarle de qué estaba hecho solo se limitó a sonreír como un autentica tonta, pero a pesar de todo, estaba asustado, estaba consternado por esa mujer. Terminé mi plato de comida y me lancé a hacerle una pregunta sugestiva, pensando en lo atractiva que me parecía no podía perder aquella oportunidad de estar con ella. De nueva cuenta me sonrió y se paró de la mesa, arregló todos los platos de la manera más ordenada posible, se sacudió un poco y llevó todo al lavaplatos. Luego, lentamente volvió con varios artefactos envueltos y los desplegó sobre la mesa, era una colección de cuchillos, pensé que le gustaba el rollo masoquista y era como un tipo de "entrada", pero después se puso acariciar cada uno por minutos. Estaba seguro que escogería uno, empecé a sudar como nunca, mis manos ya temblaban hasta que ella escogió el cuchillo más grande y me detuvo la tembladera con su mano. Luego se acercó a mi oído y recuerdo como me dijo "Aquí está el postre", un segundo después lanza su cuchillo con toda su fuerza hacia mi antebrazo. Gritando, mientras palidecía, vi su rostro de satisfacción y aproveché eso para salir corriendo, mientras ella solo me perseguía caminando. Llegué fácilmente a la puerta y me demoré un buen rato en abrirla, todo estaba chorreando sangre, lo último que vi fue su rostro sonriéndome y a ella despidiéndose de mí con mi propia mano, La mano que me había quitado. 


Desde aquél 22 de Marzo no se ha vuelto a conocer el paradero de Tomas....

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